viernes, 6 de abril de 2012

Destrucción


Nunca vi nada parecido. El miércoles a la noche, en zona oeste, pasó un huracán. Un tornado. Una ráfaga de furia ambiental que arrasó con todo.

Varias chapas retorcidas decoraban una de las estaciones del tren -clausurada- cual guirnaldas de un árbol navideño gigante. 

Árboles sanos, justamente, quedaron muy pocos. Los demás murieron, no de pie, sino mas bien acostados. Se partieron al medio troncos añosos, de madera dura, volteándolo todo: rejas, techos, vidrios, paredes, postes de luz.  El planeta se enojó. Y le sobran los motivos.



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