El tren siempre me atrajo. De chica, si lo tomábamos era para ir al centro, y eso ya era sinónimo de aventura. De grande, cuando empecé a viajar a diario, perdió toda la magia. Sin embargo, hace tiempo descubrí que el tren es un escenario que nos pone a prueba, nos define tal como somos y si prestamos atención, nos cuenta todos los días una historia distinta.
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